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El tercer ojoCon ello se procuraba que no nos exalt‘semos demasiado. Tenќamos que recordar siempre el viejo mandato budista: Como tЄ eres el ejemplo, haz sЈlo el bien de los dem‘s y no lescauses daЎo alguno. ysta es la esencia de la enseЎanza de Buda. Nuestro Abad, el larna Cham-pa La, era tan severo como mi padre y exigќa una obediencia ciega e instant‘nea. Uno de sus dichos favoritos era: «La lectura y la escritura son las puertas de todas las buenas cualidades»; de manera que nos hartamos de leer y de escribir. CAP}TULO QUINTO. MI VIDA DE CHELA. Nuestro «dќa» comenzaba a medianoche en Chakpori. Cuando sonaba la trompeta de medianoche atronando los corredores d™bilmente iluminados salќamos rodando, medio dormidos aЄn, de nuestra cama de almohadones y busc‘bamos a tientas en la oscuridad nuestros h‘bitos. Todos dormќamos completamente desnudos, sistema habitual en el Tќbet, donde no hay falso pudor. Una vez puestas las tЄnicas y despu™s de guardar nuestras cosas en la abullonada delantera de la parte superior, salќamos corriendo, bastante malhumorados, por los largos pasillos ...» |
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