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El Lado Activo Del InfinitoCon las mujeres no hay que andar con esas mierdas. -Me contemplЈ con aire de niЎo consentido, el labio temblando de rabia-. QEs mќa! QDebe saber que es mќa sin que yo le diga nada! Hizo esta declaraciЈn con la certeza de un niЎo que recibe todo en la vida sin tener que luchar por ello. En la cima de mi forma, le di el golpe final: PBueno -le dije-. Creo que esperaba que alguien se lo dijera, y alguien acaba de llegar antes que usted. Estaba preparado a saltar fuera de su alcance y echar a correr porque pens™ que me iba a golpear con toda la furia del mundo, pero al contrario, sollozando, se desmoronЈ allќ delante de mќ. Me pidiЈ con llantos amargos que, como yo era capaz de hacer cualquier cosa, que por favor vigilara a la chica y que le contara todo. Sentќ un odio hacia ™l m‘s all‘ de las palabras, y a la vez, lo amaba con una tristeza incomparable. Me maldije por haberle precipitado esa humillaciЈn. Ernest Lipton me recordaba a mi padre a tal grado que dej™ el trabajo, diciendo que tenќa que regresar a la universidad ...» |
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